«En ocasiones sentimos que nuestra vida no es la que hubiésemos querido. Los sueños y las ilusiones se disipan a lo largo del tiempo ahogados por la rutina. A veces, siento que soy un reflejo de la persona que podía haber sido. Pero ya no. No quiero seguir siendo un reflejo, quiero recuperar las cosas que me fascinaban y que olvidé, aquellas que me hacen sentir viva. Y para conseguirlo lo primero es romper ese reflejo».
«Autorreflejo», óleo sobre lienzo, 2022
(120 x 100 cm).
Siempre me han fascinado los reflejos, no las imágenes que nos devuelve un espejo, sino la que nos devuelve un cristal. Sobre él, la figura se desdibuja, se distorsiona, se divide por efecto del propio cristal. Esa distorsión se potencia al mezclarse el reflejo con aquello que está al otro lado.
Caminando por la ciudad mi imagen me asalta en cada cristal y me llama la atención sus guiños que van más allá de mi propio aspecto. Son flashes a los que no les presto mucha atención ya que siempre caminamos hacia algún sitio, ocupados en mil cosas.
Pero cuando salgo de la ciudad, el tiempo se ralentiza. Visitando otros lugares camino sin prisa y cuando mis pasos se cruzan con un cristal, sí que me detengo en esa imagen distorsionada de mí misma. Me sitúo delante de ella y la observo con la impresión de estar viendo a otra persona, alguien que me recuerda vagamente a quien soy. Esa sensación me llama mucho la atención y me parece una metáfora muy adecuada para lo que yo quería representar. A veces es muy complejo describir un sentimiento con palabras, por ello los pintores nos valemos de las imágenes que creamos para expresarnos.
Fotografía original
Mi cámara de fotos suele acompañarme en mis excursiones y me encanta detenerme a fotografiar esos reflejos, sobre todo me gustan aquellos en los que la luz del sol me ilumina directamente mientras que el cristal está en sombra. Bajo esa circunstancia los contrastes aumentan y la luz se difumina potenciando ese efecto de distorsión. Una de estas fotografías fue la que utilicé para crear esta obra. La escogí porque tenía elementos que me ayudaban a describir la idea, elementos como la postura, algo forzada al sostener la cámara o las gafas de sol que ocultan la parte más expresiva de un rostro.
En principio la idea era pintar sólo ese reflejo pero, cuando lo acabé empecé a reflexionar sobre él. Delante de mi propio cuadro me di cuenta que ese reflejo representaba a una persona que yo ya no quería seguir siendo. Ya no sería un reflejo nunca más, así que lo mejor era romperlo.
«Autorreflejo» antes de «romper» el cristal.
Y fue una gran idea ya que cambió totalmente la concepción del cuadro. De hecho, fue la parte que más disfruté pintando. Me encantó «rasgar» ese cristal, deslizar el pincel como si fuese una punta de diamante, quebrando para siempre la imagen de quien parezco ser para volver a ser la persona que siempre he querido ser. Aquélla que persigue sus sueños y vive cada instante disfrutándolo como si fuera el último.
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